De algo estoy segura:

no me olvidé la risa

Principes féminins I

Por más onda que le pongas a tu maquillaje la noche anterior, nunca pero nunca queda tan bien como cuando recién te levantas.

Repasemos más sinceramente el post anterior anterior. ¿Por qué he de repasarlo? Porque Alejandra me ha dicho que debo hacerlo… ¿cómo? Pensado en el post, en qué decir, en actualizar este fucking blog que amo y odio a la vez, abro las Obras Completas…

Y nada será tuyo salvo un ir hacia donde no hay dónde.

Yo no sé si tiene que ver desde toooodos los puntos de vista posibles, yo no sé si habla del otro o empieza a hablar de mí. (Llego a la conclusión de que yo, de haber nacido en alguna familia aburrida – si algo puedo decir de mi familia es que aburrida no es –, hubiese sido una excelente cristiana: las culpas me las adjudico todas, los castigos son todos para mí y si hay señales por doquier, es porque tengo un cerebro detectándolas todo el tiempo, y son todas malas, así soy yo sin ser cristiana o sí, mintiéndome).

Es que entonces no se trata de todas o ni siquiera de la mayoría del género, se trata de mí. Si te desilusiono con lo que escribo, entonces no lo leas, quiero que sigamos siendo amigos. Se trata de que sólo tengo un ir hacia donde no hay dónde, y necesitar hoy, más que casualmente hoy, palabras que no quieran servirme porque no me sirven.

Continuará en el próximo post, cuando recopile información o me sea sincera. Mucho más probable lo primero, naturalmente.

San Agustín agradecía a Dios por no ser responsable de sus sueños.
A nosotros nos falta hoy ese consuelo.

Vino mediante, tinto y blanco

Si al enamorarse uno, dicen, mariposas se sienten en el estómago, dicen. ¿El fracaso del amor se siente como si esas mariposas muriesen dentro? Esa sensación ¿náusea en el cuerpo, descomposición de una lepidóptera?

El desamor es el lugar a donde van a morir las mariposas.

No te alteres, B, no voy a seguir hablando del tema.