De librerías
Entonces no va que me caliento con un viejo - desastroso, esto no da para contarlo - porque se me acerca cuando estoy toqueteando la obra de Kennedy Toole, La conjura de los necios, y me la recomienda. Y lo remata todo diciéndome orgulloso que cuando él era pibe, era igualito a Ignatius Reilly. Un horror de esos que sólo se comparan a usar cinturón negro con zapatos marrones. Pero ¡cómo no sentir algo así raro con un viejito - aunque feo e identificado con dicho personaje - que no se asemeje a mis intenciones de admiración que siempre las plasmo perfectas en plena y autóctona calentura!
0 Susurraron:
Publicar un comentario
<< Vuelta a casa