Es decir: Recuerdo las negras mañanas de sol cuando era niña es decir ayer es decir hace siglos
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13 de junio de 2006

Anecdótico ¿no?

Y se trata de entenderte muy débil. De saberte muy frágil. De encontrarte pendiendo como una gota en el marco de esta ventana, una que irremediablemente sabe que irremediablemente cae. Como un paciente en la sala de espera que luego se sienta en la sala del médico y oye como éste le dice mirándolo a los ojos que acaba de tener suerte. Digamos que eso es lo que se oye. Digamos que eso es lo que te salva. Digamos que eso es lo que excusa la ausencia. Déjà vu de la tuya o de la de puntos suspensivos. Y sigue el relato. Vemos al paciente que sale de la sala del médico, camina por el pasillo que es la sala de espera, abre la puerta de vidrio polarizado, cierra la puerta de vidrio polarizado y ¡ahí! el sol. ¿Qué sol? Camina por la vereda con la meta de una parada de colectivos, mira el cordón pintado de amarillo y ¡ahí! un paracaídas. ¿Qué paracaídas? Cruza hacia la otra vereda, en la esquina dobla a la izquierda, camina dos cuadras y ¡ahí! dos lágrimas y media. ¿Qué dos lágrimas y media? Frunce el ceño entrecerrando los ojos, retoma la marcha y ¡ahí! un olvido. ¿Qué olvido? Lo pisotea con ganas, alcanza el ritmo, se acomoda la bufanda y ¡ahí! un mensaje. ¿Qué mensaje?

...........................y todo lo que pasa, te pasa a solas