Es decir: Recuerdo las negras mañanas de sol cuando era niña es decir ayer es decir hace siglos
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23 de mayo de 2006

Casi una rubia

El otro día estaba tomando un riquísimo café en Corrientes, y una rubia, muy pero muy muy bonita, se me para al lado y me pregunta

- Disculpame, ¿me puedo sentar con vos? Es que están todos los lugares ocupados y vos acá tenés libre… bueno, nada ¿puedo?

Yo la miro de pies a cabeza, y la verdad es que no iba a dejar que se siente – es que yo abarco todo lugar donde pongo el culo –, pero no va que cuando le miro las manos a la mina le faltaban dos dedos y bueh…

- Seee, dale nomás, sentate, no hay drama.

Yo pasaba las hojas y realmente me preguntaba por qué mierrrda la había dejado sentarse enfrente mío si yo ahora no podía estudiar. ¡Sí sabía que no iba a poder estudiar con alguien sentado al otro lado de la mesa! Es como que la mera presencia de otro te obliga a comentar cualquier pelotudez que encare una charla… Está bien me dije para adentro, si hay que encarar un tema, yo lo encaro che… no vaya a ser que esta mina después me olvide.

- Disculpame, ¿te puedo hacer una pregunta? – le dije con mi mejor tono de decime la hora o me convidarías fuego.
- Sí, decime.
- ¿Por qué crees que dejé que te sientes?
- …… - con sonrisa, la rubia no sabía si la estaba cargando o si la abajo firmante estaba totalmente desquiciada y en cualquier momento sacaba un cuchillo de 35 cm y le desfiguraba la cara por linda.

- Nono, en serio te pregunto. ¿Por qué pensás que accedí a tu pedido?
- Mmmm, es una buena pregunta. Supongo que por mis dedos.
- ¡Ja! Y ¿te referís a los que te faltan o a los que tenés?
- Ja ja ja ja – se rió arreglándose el mechón de pelo que se le metía en la boca, ahí pude distinguir bien que los dedos que le faltaban, eran en realidad, no dos, sino uno y medio – me refiero a los que me faltan, claramente, los otros son un tema bastante más aburrido.
- Mmm, no te creas, eh. Sabiendo mejor que nadie que los dedos pueden perderse, no imagino las cosas que andarás haciendo con los que te quedan.

La rubia no paraba de reírse con cada comentario que hacía. Todo lo que cuento es verdad. Pero si no me creen lo entiendo, porque inclusive a mí me parecía un poco surrealista todo lo que estaba pasando. Es que la rubia tenía que ser o una loca desquiciada como yo o realmente creer que en cualquier momento le iba a rebanar la jeta con mi cuchillo oculto en mi nueva carterita hindú; es que no podía explicarme qué hacía esta mina riéndose de sus falanges perdidas con una morocha totalmente desconocida en un café en la calle Corrientes. Me inquinaban mis dudas y

- Así que ¿de verdad pensás que dejé que te sientes en esta mesa, conmigo, por los dedos que te faltan?
- Sí, en serio ¿no me lo preguntabas en serio vos? – me apuró sin titubeos.
- Sí, te lo preguntaba en serio, claro. Y ¿pensás que fue lástima o morbosidad?
- Mmm, esa es difícil. Porque, la verdad es que no sé por mi cuenta qué te motivó a decirme que sí, pero sé lo que querés que te conteste, y ahora si te contesto no voy a saber si estoy contestando lo que querés oír o lo que realmente yo pienso.
- Que de igual modo, puede coincidir ¿no?
- Sí, coincide.
- Entonces ya sabés por qué fue.
- Sí.
- ¿Y qué crees?
- Ya te dije, no sé si lo creo, lo crees vos, o coincide.
- Me dijiste que coincide.
- Sí, es que coincide.
- ¿Me estás cargando? Contestame, ¿lástima o morbosidad?
- No, decime vos, ¿lástima o morbosidad? Así perdemos el tiempo.
- Nono, no te voy a decir, porque sino vas a hacer que coincida y así entonces yo no voy a saber lo que verdaderamente pensabas.
- ¿Me estás cargando vos a mí a ahora? Ya te dije que no sé lo que creo, ni lo que crees vos, sólo sé que coincide. Las cosas deberían ser así de sencillas, nadie lo entiende.
- Ni yo, perdón, pero no lo entiendo.
- Claro, las cosas tendrían que ser así de sencillas. Qué carajo te importa lo que yo piense y qué mierda me importa a mí, lo que pensás vos. Ufff, no ves, si te vieras la cara, por dios, si te la vieras. No entendés nada de lo que te estoy diciendo, pero no te das cuenta que a vos te pasa, todo el tiempo, lo mismo que me está pasando a mí con vos ahora.
- Pará pará. ¿El punto es que no importa lo que piense el otro?
- No…
- ……
- No es eso, ya te dije, no importa lo que piensa el otro, no importa nunca.
- ¿El punto es que importa que coincidamos?

A la rubia le suena el celular, parecía ser la madre o alguna amiga, me deja cinco pesos para que le pague el café que pidió, y me dice

- Yo siempre paso por acá, a esta hora, siempre después del trabajo, si no veo lugar y estás, me siento con vos ¿dale?
- Entonces... ¿es coincidir?
- Si estás...

Agarró la bufanda, la cartera, el celular, y se fue rápido como vino.

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