Sos un tonto y serás un tonto como los demás. Mamaste solemnidades desde que te llevaron a Francia y ahora ahorras para visitar Londres; hablás de cine como un prolijo actualizado, exponés esas ideas robadas de esos círculos autodenominados progres y no te das cuenta que sos un tonto y serás un tonto como los demás. Es fácil caer en redes tan vulgarizadas, es fácil halagar a Heidegger o en su efecto contrario, pero igual de tonto, defenestrarlo. Te parece divertido salirte del círculo de tabaco, vino y una de von Trier, pero volvés a entrar creyéndote ese piola que se mueve y menea en los redondeles más heterogéneos. ¡Pero sos un tonto! ¡Tonto, tonto, tonto! Sentarse en una mesa, hacer de la mesa la metamesa, de la tv el peligro del escándalo, de la música fácil un grano con pus que te embravece. Qué tonto, mi amor, qué tonto.
Si tenés una sonrisa tan linda, unas caricias tan dulces, por qué insistís en mutarte en ese tonto. Si tenés los abrazos más hogareños y las pestañas más brillantes, por qué, mi vida, por qué me taladras el ombligo con ese tonto.
1 Susurraron:
Duele el texto este, duele porque te duele ¿no?
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