Es decir: Recuerdo las negras mañanas de sol cuando era niña es decir ayer es decir hace siglos
Send As SMS

12 de noviembre de 2006

Hay mucha gente idolatrando los cinco minutos en la cama, y ni hablar si se viene una seguidilla de días nublados, todos monotemáticos. Te hablan de acurrucarse, de enredarse, de hacerse los boludos, de serenarse, de despabilarse, de desperezarse, de descontracurarse, de tocarse las rodillas con el mentón y están los que osan hacer analogías con el útero de la madre que los parió. Ponele que yo me ponga a hacer algo parecido, ponele que tenga que contarles cómo me despierto. Lo primero que haría sería contarles qué cachete del culo me rasco primero, lo segundo sería dejarles bien claro cómo me hincha las pelotas este invierno en primavera. De noche (porque ahora soy una chica bien que se acuesta a la hora que se tiene que acostar) cierro las ventanas porque se me enredan las trenzas del pelo con estalactitas y estalagmitas, y a la mañana siguiente (¿ves? acá te miento y te tiro desparramando por el piso eso de la chica bien porque sólo en contadas excepciones abro los ojos por la mañana, para mí el mediodía sigue siendo temprano, muy temprano, excepto cuando ando por casas ajenas y me molesta el olor a sábana que no es blanca, pocas veces es blanca), a la mañana siguiente digo, veo todo azulado porque la piel se adueña de la retina y me había quedado sin aire. Este invierno en primavera discrimina a mis pulmones o es mi estética la que los deja sin aire, porque, consejo para la dama, las estalactitas y las estalagmitas no quedan bien con el cabello morocho.

Ponele, algo así te escribiría, no se me ocurriría ni una sola frase que pondere a esos famosos cinco minutos que preceden la jornada.

Etiquetas: